Elecciones, sindicalismo y partidos

Con base en el mismo, se ha delimitado la misión estratégica por la cual abogamos todos los días: “Promover desde la clase trabajadora un Estado Social de Derecho, equitativo e incluyente, con pleno respeto de los Derechos Humanos, del medio ambiente y la Ecología; a través de la reflexión, la propuesta y la participación social y el desarrollo de nuestra capacidad organizativa”.

Aunado lo anterior, se ha definido como estrategia principal “interactuar y construir alianzas con diferentes actores políticos y sociales que coincidan con nuestros fines y valores, incluyendo opciones político-partidarias o personalidades relevantes de la vida nacional, si las exigencias del momento así lo determinan”.

Si se revisa nuestra práctica sindical de los últimos tiempos, se podrá constatar las motivaciones inspiradoras por las cuales hemos venido participando en el escenario sociopolítico nacional y actuando en el marco de diversas coyunturas.

Particularmente, lo que se ha conocido como Colectivo Sindical PATRIA JUSTA, debe comprenderse en el marco de este planteamiento estratégico impulsado desde el ámbito sindical.

Lanzado el 7 de noviembre de 2014 y con plena conciencia de sus integrantes originales, el Colectivo Sindical PATRIA JUSTA ejecutó una notable experiencia de incidencia política nunca antes desplegada en los últimos tiempos en nuestro país, a partir de los acuerdos dados a conocer en junio de 2015, con los partidos Acción Ciudadana y Frente Amplio; en el marco de una confluencia de pensamiento sobre una agenda a favor del bien común y de la inclusión social, en frente abierto opositor a la creciente desigualdad que vulnera la convivencia democrática y cuestiona la propia institucionalidad.

PATRIA JUSTA se apresta a actuar, nuevamente, de cara a los nuevos desafíos que afrontará la clase trabajadora costarricense y los sectores populares, una vez que quede definido tanto el resultado electoral presidencial (que podría estar claro hasta abril del año entrante), por un lado; así como la composición de la próxima Asamblea Legislativa, por otro.

Eso sí, teniendo absoluta claridad de que los verdaderos factores de poder, quienes realmente deciden con base en su abrumador capital, permanecerán inalterables en el control, prácticamente absoluto, de la hegemonía de la gestión política para que ésta no se les salga del control que, por demás, siempre han tenido.

“Jugaremos” así, una vez, en el escenario de la democracia formal pues para actuar por la disputa de la democracia real, se requiere la construcción de un proceso de articulación entre la diversidad de los sectores sindicales, sociales, populares, políticos y cívico-patrióticos que no se ve por ningún lado, para la tranquilidad de los factores del real poder.

Ahora bien, el pasado 7 de noviembre, en el Día de la Democracia Costarricense (y por cierto, en el aniversario número 68 de la entrada en vigencia de la Constitución Política que todavía nos rige, la del 7 de noviembre de 1949); al llegar a su tercer año de gestión, PATRIA JUSTA relanzó su proyecto de sindicalismo sociopolítico y, también reiteró su voluntad de sentarse a dialogar, nuevamente, con fuerzas y partidos políticos que como eje central tengan la promoción del bien común para la inclusión social para lo cual, es preciso, acometer la histórica tarea de la transformación tributaria estructural, por demás, la máxima tarea pendiente de la Democracia costarricense de los últimos tiempos.

Por múltiples factores que todos ya conocemos a plenitud, el desencanto ciudadano con la institucionalidad electoral y con el sistema de partidos políticos ha llegado a niveles inéditos: tanta estafa política cuatrienal, tanta corrupción, empobrecimiento salarial, incerteza laboral y desempleo, violencia sin freno entre otros graves problemas nacionales que afectan a la mayoritaria colectividad de la sociedad; presentan un cuadro de percepción cívica de conclusión subjetivas pero con cierta base que podemos resumir en frases y conceptos como “todos son iguales”, “no hay por quién votar”, “yo no votaré”…

Con las limitaciones de rigor, pese a la gran satanización político-ideológica del sindicalismo, éste puede aportar constructivamente en la solución de los graves problemas que enfrenta el país; dificultades sensibles y extremas que las sufre duramente el pueblo trabajador en sus distintas modalidades; por ende, es la abrumadora mayoría de la población la que está enojada y la que exige transformaciones radicales en la forma en que se comportan sus políticos y los partidos que les respaldan.

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